La comunidad optó por guardar silencio sobre el brote de contagio masivo y ahora ha dejado múltiples secuelas en sus pobladores.
AGENCIAS
San Juan el Chico forma parte de los “pueblos fantasmas” de México, pues no figura en el mapa ni tampoco aparece en el sistema de datos de México, a pesar de que el covid-19 ha dejado huérfanos, viudas y familias empobrecidas, luego de su paso por esa zona rural.
En ese pueblo, adscrito al municipio de Huejotzingo, Puebla, vive Juana G. Jiménez, cuyo marido falleció el 28 de junio por falta de recursos para cubrir los 9 mil 600 pesos semanales requeridos para acceder a las tres sesiones de hemodiálisis, requeridas en un hospital particular de Apizaco, Tlaxcala.
La familia de Juana carece de seguridad social y todos los trámites efectuados en el Centro de Salud conocido como “La Chicalotera”, en San Andrés Cholula, se paralizaron luego de que la atención se volcó en la atención de la emergencia sanitaria.
San Juan el Chico forma parte de los “pueblos fantasmas” de México, pues no figura en el mapa ni tampoco aparece en el sistema de datos de México, a pesar de que el covid-19 ha dejado huérfanos, viudas y familias empobrecidas, luego de su paso por esa zona rural.
En ese pueblo, adscrito al municipio de Huejotzingo, Puebla, vive Juana G. Jiménez, cuyo marido falleció el 28 de junio por falta de recursos para cubrir los 9 mil 600 pesos semanales requeridos para acceder a las tres sesiones de hemodiálisis, requeridas en un hospital particular de Apizaco, Tlaxcala.
La familia de Juana carece de seguridad social y todos los trámites efectuados en el Centro de Salud conocido como “La Chicalotera”, en San Andrés Cholula, se paralizaron luego de que la atención se volcó en la atención de la emergencia sanitaria.
El Hospital Las Margaritas queda a una hora y media de distancia, mientras que el Centro de Salud “La Chicalotera”, se encuentra a una hora de camino, aproximadamente. Pero más allá de la distancia y del severo endeudamiento familiar –pues firmaron pagarés para acceder a tanques de oxígeno (cuya renta superaba los 6 mil 500 pesos), medicamentos de patente y la atención médica en su hogar–, todos decidieron no internarse, ante el temor de fallecer en el hospital.
Se corrió el rumor que las personas del pueblo que fueron hospitalizadas fallecían en cuestión de horas y sólo recibían las cenizas de sus parientes. Ante este temor, decidieron quedarse en casa. “Adalberto llegó a saturar 79 de oxígeno en sangre y, aunque está joven, quedó con severas secuelas”, comentó. “Las imágenes reflejan como que el virus deformó sus pulmones, uno de ellos parece una manzana mordida”, explicó Silvia.
Sólo Daniel, cuñado de su hermana e hijo de Petra, se encuentra hospitalizado, porque “su llenó su pulmón de agua”. La familia de Juana vivía y comía de la siembra, pero toda se perdió ante la imposibilidad de cuidarla por la enfermedad. Incluso, se han quedado sin comer varios días y los gastos se siguen acumulando. Tan sólo la visita del médico llegó a costarles 2 mil 800 pesos, pero en el pueblo, esas deudas que superan los 50 mil pesos se deben de cubrir.
Afortunadamente, el médico tratante ha sido solidario ante la ahora extrema, pobreza de la familia. La comunidad optó por guardar silencio sobre el brote de contagio masivo. Se resguardó, bajó las cortinas y en algunas casas colocaron moños negros.
El número de huérfanos ha crecido, pero hasta ahora, nadie se ha ocupado de ellos. En algunos hogares se ve el contagio como una maldición o un castigo, que podría desaparecer a los habitantes de San Juan el Chico. Pero existen familias que no están dispuestas a dejar de celebrar las fiestas del patronales y menos aún los 15 años en grande. Sólo los ancianos se han encomendados a Dios para evitar más muertes y desgracias en esa zona rural, que no aparece en la geografía de México.